Por Ángeles Macome y Álvaro Medina
Jorge Valdecantos, director del Hospital Padilla, revela que los ingresos por lesiones causadas por agresiones aumentaron un 54% en 2022 con respecto a 2021. “Conjeturo que puede ser porque en 2021 estábamos en pandemia y no teníamos tanto contacto”, explica. “Y quizás ahora volvimos a la ‘normalidad’”, añade con un acento irónico mientras medita con resignación haber relacionado la normalidad con un mayor número de agresiones: “en cierta forma hemos vuelto a ser lo que éramos, no sé ni nos ayudó la pandemia a recapacitar”.
Violencia: cuatro especialistas intentan explicar el nivel de agresividad en la sociedadEstos índices de violencia preocupan en un contexto donde la sociedad se ve conmocionada por un caso como el de Fernando Báez Sosa. Esta semana se escucharon los alegatos del juicio por el crimen del joven asesinado en Gesell. Los fiscales y los querellantes pidieron que los ocho acusados sean condenados a prisión perpetua. La defensa, que sean absueltos por un tecnicismo o, en su defecto, que sean penados por un delito que contempla una pena mucho menor. El tribunal anunció que leerán la sentencia el 6 de febrero.
Este no fue un caso más. Unió en el espanto a todo el país, que se conmovió por la golpiza que recibió el joven estudiante de abogacía. Su máximo referente y modelo a seguir era el abogado Fernando Burlando. Tres años después del crimen, el profesional que admiraba está convencido que los ocho imputados recibirán la pena más dura que contemplan nuestras leyes.
La sociedad demanda una sentencia justa y la apertura de debates serios sobre estas problemáticas que permitan acercar a soluciones definitivas: las fronteras de la violencia, lamentablemente, no concluyen en esos ocho rugbiers ni quedan restringidas a un Gesell de muerte en 2020.
En Tucumán, por ejemplo, los datos del servicio de emergencia del hospital Padilla, parecieran indicar que las agresiones derivadas de enfrentamientos callejeros o patoterismo van en aumento.
En ese sentido, Valdecantos explica que los números corresponden al registro del Hospital y no a índices provinciales, pero aclara que pueden ser representativos de lo que sucede localmente con este tipo de patologías o ataques. “A nuestra guardia llegan personas con cuadros agudos por distintas causas, entre ellas, lesiones causadas por agresiones -relata-. La mayor cantidad de estas agresiones en 2022 fueron las que clasificamos como ‘sin especificar’ esta categoría puede traducirse como peleas”, destacó en una entrevista con LA GACETA. “Tenemos otros porcentajes en cantidades inferiores que están relacionados con heridas con arma de fuego, armas blancas y lesiones en situación de asalto, que son las menores. Respecto a las agresiones sin calificar, no tenemos elementos que nos permita desglosarlas con certeza; sin embargo, de acuerdo a lo que nosotros podemos observar y percibir, lo más común es que sean enfrentamientos entre dos personas o entre grupos”, revela.
Madrugada de domingo
Los ingresos por agresiones representan el 3% de los pacientes en la guardia del Padilla, ese porcentaje implica un número aproximado de 5 pacientes con lesiones por día, solo en ese hospital. Del total de los casos registrados, el 77% fueron varones y la mediana de edad fue de 26 años para ambos sexos. El 62% de las consultas se produjeron los fines de semana, principalmente en la madrugada del domingo, y en la franja horaria de 6 a 8.
“Arriba del 80% de estos pacientes, como sucede con los siniestros viales, están bajo los efectos del alcohol o de algunas drogas. Es un tema complejo”, detalla El profesional y agrega que el 8% son catalogados como “gravísimos” y el 40%, “muy grave”.
“La mayoría de los casos de lesiones (siniestros viales y agresiones) se dan en ese grupo etario, en los jóvenes”, declara.
“Desconozco las causas, quizás psicólogos o sociólogos podrían dar datos más precisos, pero creo que estamos asistiendo a el clímax del individualismo. Demasiada publicidad que invita a vivir el presente como si no hubiera futuro y no avizorar un futuro genera ansiedad. Me parece que la violencia tiene que ver con esa ansiedad y con no entender que existe un mañana y que lo podemos construir entre todos”, finalizó Valdecantos.
Casos testigos
Tuvo que emigrar a otra provincia por las amenazas que le propinaron sus agresores
Cecilia Ojeda estaba en su casa cuando un grupo de chicos llamó a la puerta, le traían el cuerpo destrozado e inconsciente de su hijo Fabricio: la mandíbula desencajada, las prendas mojadas de sangre, el cuerpo hinchado de golpes, la marca de puñal en la pierna. Cecilia se aterra y estremece porque lo que le entra por los ojos no le cabe en el cuerpo: “pensé que mi hijo se me moría”.
Los chicos que auxiliaron a Fabricio son sus compañeros de la Escuela de Comercio Presidente Urquiza y explican que lo encontraron a unos metros de la institución, en Mate de Luna y Thames; a punto del desmayo y pidiendo ayuda. Ojeda abraza a su hijo y salen urgente hacia un sanatorio.
Más tarde se virilizarían los videos que explicaban lo ocurrido: entre diez y 15 jóvenes varones, mayores y menores de edad, acorralan a Fabricio y luego lo golpean en el suelo.
Según Ojeda, el agresor de su hijo es un chico que asiste al mismo colegio y organizó la golpiza porque, dos meses atrás, Fabricio no dejó que le quitaran una botella de jugo para introducir en ella pastillas. “Mi hijo y sus amigos se negaron a darle el jugo y él lo amenazó ‘ya te voy a agarrar en la calle’, le dijo”.
Dos meses después de ese episodio, conforme con la versión de Ojeda, el agresor reclutó una patota, se ocultaron entre sombras en los alrededores de la escuela, esperaron a que Fabricio saliera de la escuela, lo vieron salir, dejaron que caminara hasta la avenida y ahí, con puños, patadas y cuchillos, se abalanzaron sobre él.
Fabricio, aún en tratamiento médico, se recupera físicamente poco a poco pero no podrá practicar deportes otra vez durante el resto de su vida y tuvo que dejar la provincia por temor a las amenazas recibidas luego de efectuar la denuncia.
Tras una falsa acusación lo atacó una patota salida de una fiesta
Álvaro Romero (24), fue víctima de uno de estos hechos violentos ocurridos durante la madrugada de un fin de semana y al final de una fiesta. Ocurrió el lunes 19 en las primeras horas del día, luego de los festejos por el campeonato mundial de fútbol en el Club Las Cañas, ubicado en avenida Perón y Las Rosas, en Yerba Buena.
“Me increparon entre cinco y seis personas acusándome de haber robado un teléfono, lo cual era totalmente falso”. Antes de que Álvaro pudiera negar la acusación, ya estaba en el piso soportando en las piernas y en la cabeza los golpes que recibió durante los diez minutos siguientes, hasta que sus amigos lograron rescatarlo.
“Siempre vi peleas a las salidas de las fiestas, pero nunca un ataque de patota como que el me tocó vivir a mí”, asegura. “Los días siguientes fueron también horribles, recibí muchas amenazas por redes sociales de cuentas falsas, no quería salir a ningún lado. Eran mucha las tristeza y la impotencia”.
Álvaro pudo reconocer a sus agresores y se les impuso una orden perimetral. Le cuesta hablar de lo sucedido y su relato se quebranta cuando recuerda.